En el entorno laboral, las conferencias pueden ser utilizadas como herramientas estratégicas para mejorar el desempeño del personal e incrementar su productividad para que la organización alcance el éxito. Esto es posible a través de diferentes temas y dinámicas que emplean los conferencistas para abordar aspectos que requieren de un trabajo específico al interior de la organización, principalmente cuando se enfrentan a situaciones de cambios fuertes, cuando se busca un incremento de las ventas, cuando los objetivos no se están alcanzando o cuando es necesario trazar nuevas metas. En este sentido las conferencias contribuyen a generar un cambio en la actitud del personal para permitirles hacer frente a estas situaciones y, en términos generales, mejorar el clima laboral, aspecto fundamental para el buen desarrollo de las actividades al interior de una empresa.
Al hablar de clima laboral nos referimos a los elementos que influyen en la creación del ambiente de trabajo de un área específica. El ambiente de trabajo, como es bien sabido, tiene una importante influencia sobre el factor humano y por tanto, sobre el desempeño de los empleados en la organización. Por esta razón se tiene que comprender la manera en que factores estructurales y humanos afectan la motivación, autoestima y el estrés, siendo estos los aspectos que mayor implicación tienen sobre la calidad del clima laboral.
En publicaciones anteriores hemos hablado de la importancia de la motivación en los entornos laborales y de la manera en que las conferencias motivacionales pueden contribuir a mantener al equipo animado a alcanzar sus objetivos dentro de la empresa, sin descuidar el aspecto del desarrollo personal. En esta ocasión nos enfocaremos en el estrés, un factor que tiene no únicamente repercusiones psicológicas, sino también físicas en el equipo de trabajo y que puede incluso ocasionar bajas laborales cuando no se cuenta con las herramientas necesarias para poder manejarlo. Asimismo, hablaremos de cómo el trabajo de los conferencistas puede ayudar a identificar, enfrentar y reducir el estrés.
El estrés es considerado un trastorno biopsicosocial que en la actualidad, debido a las exigencias propias del mundo globalizado, afecta a la población mundial. El estilo de vida, principalmente en las ciudades, los cambios acelerados y la demanda de competencia y especialización en el entorno laboral exigen una mayor autonomía, seguridad, flexibilidad y capacidad de adaptación a situaciones nuevas por parte de los individuos. Son precisamente este tipo de exigencias las que generan altos niveles de tensión que, de no ser manejada de manera correcta, puede tener consecuencias negativas severas.
Debido a que el estrés se encuentra presente en la mayoría de las situaciones a las que nos enfrentamos de manera cotidiana, se ha convertido en un factor de lo más común e incluso nos hemos acostumbrado a vivir con él. Sin embargo, se ha comprobado que tiene efectos nocivos para la salud de nuestro organismo y las primeras manifestaciones se encuentran en dolores musculares ocasionados por la tensión y la disminución de la atención y de la capacidad de reacción de los reflejos, lo que puede ocasionar accidentes y un notablemente bajo desempeño laboral. Si el estrés es muy intenso, puede incluso derivar en padecimientos como úlceras gástricas, depresión, hipertensión y otro tipo de trastornos que le impiden a quien lo presenta disfrutar de su vida personal y desempeñarse adecuadamente en sus actividades tanto personales como laborales.
Los especialistas identifican diferentes niveles de estrés y reconocen su importancia. De hecho, es un factor necesario para los humanos, pues permite la sobrevivencia al incrementar la atención, la memoria y la activación fisiológica, también dinamiza la actividad y puede mejorar la productividad, siempre y cuando se mantenga en niveles normales y no se conserve ese estado por mucho tiempo. Cuando una persona se encuentra constante o permanentemente sometido al estrés, los recursos positivos se agotan, las personas se cansan y su rendimiento disminuye. Es por esta razón que el primer paso para aprender a manejar el estrés a nuestro favor es identificar tanto los factores que nos generan estrés como el nivel de estrés al que estamos sometidos.
Al inicio, identificar el estrés resulta complicado, pues como ya mencionamos, nos encontramos constantemente sometidos a él y nos acostumbramos a tal grado que cuando experimentamos momentos de relajación nos sentimos completamente extraños y de inmediato buscamos la manera de regresar al estado de tensión que nuestro organismo ha registrado como normal. Sin embargo, si queremos evitar las consecuencias negativas de las que hemos hablado es necesario hacer un esfuerzo para detectarlo. Algunas de las señales indicadores de la presencia de altos niveles de estrés son los cambios de hábitos alimenticios, de sueño y una respiración agitada, mayor predisposición a enfermarse, malestares como problemas digestivos, dolores de cabeza, mareos, dolores musculares y cambios en la conducta, irritabilidad, depresión inexplicable y cambios de humor bruscos. Si presentamos al menos alguno de los anteriores y no existe alguna causa médica para explicarlo, probablemente sea resultado de un estrés que, lejos de ayudarnos a resistir y a potenciar nuestras capacidades, nos está llevando al agotamiento y afectando nuestra salud.
Si todo esto le ocurre a una persona a causa del estrés, imaginemos los efectos que tiene para una organización que todo su personal se encuentre de manera permanente sometido a altos niveles de tensión y no sepan cómo manejarlo. Es precisamente por eso que existen conferencistas especializados en abordar este tipo de temas y con la capacidad para brindar a los miembros de una organización información que le resulte útil para comprender el origen del estrés y les muestre algunas de las técnicas existentes para manejarlo, como técnicas de relajación o estrategias para enfocarlo y utilizarlo a su favor para el alcance de sus objetivos.